Gracias a las nuevas tecnologías nuestros bebés son fotografiados y grabados en vídeo constantemente. Desde el mismo día en el que nacen, nada más salir del paritorio, su primer gorgojeo, su primer diente, su primera caca… sí, sí, todo lo fotografiamos.
De manera que nuestros hijos crecen y se comportan con total naturalidad ante los objetivos de nuestros móviles, tablet y demás aparatos tecnológicos, hasta tal punto que si os fijáis, a partir del año, todos y todas las niñas tienen la misma sonrisa forzada en todas y cada una de las instantáneas. Cuantas veces no has ido a fotografiar a tu hijo que estaba jugando, le has dicho “Juan, mira un momento aquí” y el peque ha volteado la cara con esa sonrisa de “venga, terminemos cuanto antes y déjame jugar”. Y cuando envías la foto a tus amigas y te dicen “que cara de pillo tiene”, y tú piensas, “no, es cara de foto”.
Además, otra consecuencia de la masificación de fotografías y vídeos a las que sometemos a los niños es que son tantas que al final ni las guardamos, terminando por perderlas o despistándolas, y cuando queremos recuperarlas ya es demasiado tarde, por lo que al final no tenemos ningún recuerdo tangible de sus primeros años de vida.
Por todo ello es recomendable que en momentos puntuales contemos con profesionales como por ejemplo con fotógrafos bautizos, esto es, que al menos en las celebraciones más importantes como son el bautizo, cumpleaños, comunión… o simplemente unas fotos de estudios, sean hechas por fotógrafos experimentados, ya que seguro que éstas si las guardaremos con esmero.
Además, por mucho que queramos nunca van a ser iguales las fotografías que podamos hacerles nosotros a nuestros hijos que las que le haga un fotógrafo profesional. Por ejemplo no hace mucho llevé a mis dos pequeñas a un fotografo Alicante donde fueron retratadas de manera magistral. El decorado era de lo más gracioso y acorde con la edad de las niñas. Ositos de peluche, juguetes y colores llamativos eran el escenario ideal en el que posaron con total desparpajo y claro, tal fue el éxito de las fotos que todos los familiares terminaron queriendo una copia de las mismas como recuerdo.
Otra opción, y en este caso si podríamos hacer nosotros las fotos, aunque vuelvo a insistir en que el trabajo de fotógrafos profesionales no puede compararse con el aficionados, son los álbumes digitales. Por poco dinero podemos conseguir un álbum con los mejores momentos de nuestros pequeños. Incluso hay empresas especializadas que nos dan la opción de llevar a cabo libros, lienzos y mucho más con las imágenes que deseemos.
A fin de cuenta, en cualquiera de los casos, de lo que se trata es de tener aunque sea en papel a nuestros pequeños en ese estado, siendo niños por siempre, ya que crecen a pasos agigantados. Y hacerles recordar que fueron pequeños, que fueron hijos y hermanos, y que en el mejor de los casos serán padres y madres. Pero cada vez que miremos esas fotos, aunque sea por un momento, esos bebes volverán a pertenecernos.