Con los bebés, no si a vosotros os pasa lo mismo, especialmente si es nuestro primer hijo, nos entra las prisas por todo. Queremos saber cuándo comienzan a vernos bien, cuándo les sales sus primeros dientes, estamos deseosos de escucharles sus primeras palabras… y como no, queremos que comiencen si no a andar ya de golpe, si al menos a gatear. Hoy en Nid Nid, os intentaremos aclarar un poco cuándo y cómo comienzan a gatear bebés.
Si habéis buscado esta información en Internet me imagino que en todos los post que halláis leído os dejarán claro al menos que el gateo del bebé no es una ciencia exacta. Hay niños que comienzan antes y otros más tarde, e incluso los hay que no comienzan nuca porque aprende directamente a andar. En todo caso, la edad en la que el bebé comienza a gatear suele ser a partir de su octavo mes, más concretamente entre los 8 y 10 meses de vida del niño.
Indicaros, aunque os digan lo contrario, que está comprobado que el hecho de gatear proporciona muchos beneficios a nuestro hijo, el gateo del bebé va a desarrollar correctamente su cerebro. El hecho de gatear supondrá un mejor desarrollo de la visión, la tactilidad, el habla, el equilibrio, la manualidad y la orientación, además de otras importantes funciones.
No obstante, si vuestro hijo pasa a andar si gatear, posteriormente podéis jugar con ellos a los perritos, gatitos, vaquitas… todo aquel juego que implique ponerse a gatas para estimularlos.
A la pregunta de cómo empiezan a gatear deciros que solo lo hacen cuando ellos estén preparados. En primer lugar comenzarán a desplazarse arrastrándose como si de un reptil se tratara. Sin que apenas os deis cuenta los dejareis en un lugar o en una posición y aparecerá en otro sitio totalmente distinto.
Cuando nuestros pequeños dominen a la perfección darse la vuelta de arriba a abajo y al revés, cambiar las posiciones de bocabajo a bocarriba, así como sentarse solitos, será entonces cuando comiencen a gatear.
Como os decíamos, no es bueno obligarlos ya que son ellos los que deben de decidir cuando están preparados, lo que no quita que los estimulemos con juegos, como por ejemplo poniendo un juguete u objeto que llame especialmente su atención a una distancia que no alcancen fácilmente, lo cual hará que traten de llegar a él a toda costa. O, en posición bocabajo, cogerlos con cuidado por sus caderas y jugar a la carretilla.
Algo que personalmente me ha ayudado a mí ha sido, una vez retirado todo objeto peligroso del suelo y los enchufes bien tapados, dejar al peque tirado en el suelo de la habitación de juegos y salirme de ella, todo ello sin dejar de hablarle. Su curiosidad ha podido más, y no ha tardado en asomar su cabecita por la puerta descubriendo que efectivamente yo estaba allí, y que había más mundo que esas cuatro paredes. Desde entonces no hemos podido permanecer en esa habitación más de unos minutos seguidos.
¿Os hemos ayudado?