¿Damos buen ejemplo a nuestros hijos?

Una de las labores más difíciles como padres es la educación de nuestros vástagos, ya seamos primerizo o no.

Lo cierto es que como sean nuestros hijos será única y exclusivamente responsabilidad nuestra y nada más que nuestra, ya que parte de la misma está basada en el ejemplo a los hijos. Os pongo un ejemplo de una misma familia. Dos hermanos con dos hijos cada uno, ella tiene dos niñas y el dos niños.

Ella es una persona muy materialista, tiene la cabeza llena de bolindres, lo único que le importa es la ropa, estar mona y sobre todo que se lo digan. El se preocupa por la familia, le gusta la vida familiar, les da gran importancia a los amigos…

Las niñas estudian en uno de los colegios privados más caros, compartiendo aula con los niños de los artistas y famosos, ellos  en uno público. Pues bien, si pasas un rato con los cuatro, pronto te das cuenta de que las pequeñas son espantosamente insoportables y maleducadas, mientras que ellos son más formalitos y educados.

Si tienes que salir y llevarlos a algún sitio te decantarás lógicamente por los pequeños ya que a diferencia de sus primas saben estar perfectamente en los sitios. Entran en razón pronto y no hacen nada sin antes preguntarlo, y todo lo contrario con las niñas.

Entonces ¿quién tiene la culpa que nuestros hijos sean de una u otra forma? Única y exclusivamente nosotros, los padres ya que nuestro ejemplo a los hijos determina su forma de ser en un futuro. Lo cual no quita como es lógico que nuestros hijos tengan una personalidad autónoma con lo cual apunten a ser de una manera u otra.

Teniendo en cuenta esto tenemos que actuar consecuentemente con nuestros deseos, es decir, si yo quiero que mi hijo no beba el zumo de la botella, yo no voy a beber zumo de la botella.

No debemos olvidar que en todo momento, incluso cuando no nos damos cuenta, nuestros hijos nos están observando y los pequeños aprenden más con nuestras acciones. Si todos los días nos ven hablar a voces con nuestra pareja, que no nos sorprenda comprobar que comienza a dirigirse a nosotros a voces.