A partir de los cinco o seis meses de vida del bebé, llega el momento de empezar a introducir los sólidos en su dieta. Las frutas son un alimento muy sano y beneficioso para su salud y su desarrollo, por lo que hay que intentar acostumbrarle a comerlas desde muy pequeño.
Tanto las frutas como los otros alimentos sólidos, se introducirán poco a poco y de una en una. De esta manera, podremos saber si el niño presenta alguna alergia o no tolera alguna fruta o alimento. Se preparan sin hueso ni piel ni pepitas. La mejor opción para las primeras veces es preparar una papilla con un poco de leche o yogur. De esta manera, el sabor de la fruta no le resultará totalmente desconocido.
A partir de los seis meses, las mejores frutas serán la pera, la manzana y el plátano. Su sabor es muy suave, por lo que al bebé no le resultará un cambio muy brusco y podrá acostumbrarse a la textura de las frutas poco a poco.
Más adelante, se podrán introducir la naranja, la mandarina, el kiwi y la piña. Habrá que hacerlo poco a poco, y quizás mezclándolas con frutas de sabor más suave. La naranja, la mandarina, el kiwi y la piña son frutas muy ricas en vitamina C pero su sabor puede resultarles muy ácido.